Por Angélica Valderrama / Presidenta de MUMS / 02-07-2009 / La Nación

El 28 de junio se conmemoraron 40 años de las revueltas de Stonewall, hito que marca el inicio del movimiento por los derechos civiles de los homosexuales. En un bar de EEUU un grupo en su mayoría de travestis, transexuales y lesbianas masculinas se enfrentan al abuso constante de la policía, se revelan y rebelan a la sociedad.

Hablar de la lucha por los derechos civiles suena a décadas pasadas, pero en Chile son temas que nos ocupan hoy. Las discusiones sobre el matrimonio homosexual, la unión civil, la adopción de hijos por parejas del mismo sexo están a la orden del día. Muchos homosexuales, lesbianas, transexuales y otros sujetos que se ubican desde la diversidad sexual constituyen relaciones de pareja, muchos tienen hijos, muchos forman familias. No estamos pidiendo permiso a la sociedad para organizar nuestras relaciones, exigimos que el Estado laico reconozca y respete los derechos que como ciudadanas y ciudadanos tenemos.

En nuestro país una pareja del mismo sexo debe enfrentar situaciones de discriminación porque el Estado no brinda los mismos derechos a todos sus ciudadanos. Cuando en una pareja homosexual uno de los integrantes muere, se debe esperar a que la familia del fallecido respete las decisiones de la pareja que sobrevive, pero si no desea hacerlo no hay ninguna normativa que regule esta situación. En el sistema de salud si una lesbiana quiere incorporar a su pareja a Fonasa no puede hacerlo, sólo se puede dentro del matrimonio y sólo los hombres en beneficio de las mujeres. Esto no ocurre en el sistema privado, porque un buen plan de isapre permite incluir a quien estimemos conveniente.

¿Será que el mercado, que ya sabe del poder de compra de ciertos homosexuales y lesbianas, regulará a partir del consumo las brechas que el Estado no asume? ¿Será que debemos sólo tener la esperanza de que la discriminación por orientación sexual e identidad de género se superará en las clases acomodadas?

Pero no sólo aquellos homosexuales que han decidido compartir su vida con otro sufren discriminación. ¿Qué sucede con los y las adolescentes que sufren bullyng por su orientación sexual? ¿Cómo responde el Estado ante el maltrato que muchos jóvenes viven al interior de sus familias cuando revelan su identidad sexual? ¿Debemos las organizaciones sociales dar respuesta a las necesidades de la diversidad sexual o nos situamos desde la exigencia de hacer que el Estado se haga cargo, de una vez por todas, de que Chile es un país multicultural y diverso?

Durante este año, Chile ha recibido a grandes líderes mundiales como sede de una cumbre progresista. Pero no, no pedimos progresismo. Comencemos por algo más básico: coherencia por parte de quienes dirigen este país, quienes pretenden seguir en el poder y quienes se presentan como alternativas de gobierno; no más señales de progresismo, es hora de dar cuenta de la diversidad que vivimos. Que se aprueben leyes que duermen en el Congreso y que de una vez por todas el Estado laico esté al servicio de todos sus ciudadanos y ciudadanas.