Por Sonia Cano / Revista Punto Final / Edición 535 / Enero 2003

A veces se venden hasta por un plato de comida, mientras el neoliberalismo imperturbable los va empujando a la marginalidad. Es la pobreza, la cesantía, la falta de posibilidades, la incapacidad de realizar sueños vacíos que le ofrece la sociedad de consumo. Son muy jóvenes, algunos en el comienzo de la pubertad. Han descubierto el precio de su cuerpo, lo negocian, han aprendido que se paga bien. Es el comercio sexual masculino que empieza a hacerse visible. Es una “pega” como cualquier otra.


El Mums (Movimiento Unificado de Minorías Sexuales) efectuó el Primer Seminario sobre Comercio Sexual Masculino en la Región Metropolitana y Políticas Públicas en Vih/Sida. La organización ha desarrollado investigaciones del comportamiento sexual de las minorías discriminadas, área en la cual contó con apoyo de la Comisión Nacional del Sida (Conasida).


Los trabajadores sexuales masculinos, trabajan en la calle o en privados, pueden ser independientes, con departamento o desempeñarse en saunas u otros lugares.
Los jóvenes callejeros viven mayor precariedad y son más vulnerables desde el punto de vista social. Cuentan con menos recursos en términos de apoyo y en su mayoría tienen una gran carencia económica.


También hay claras diferencias entre los jóvenes callejeros de día y de noche. Tienen que ver con estilos de trabajo, características, edades incluso. Los diurnos son de menor edad, más precarios en términos sociales. Son los que menos cobran, pueden irse con alguien por dos o tres mil pesos. Deambulan principalmente en el sector céntrico, tienen menos experiencia a diferencia de los de la noche, que tienen mayor manejo del entorno en que se mueven.


Mayoritariamente son jóvenes entre 18 y 22 años, de sectores populares de comunas como Quilicura, Peñalolén, Conchalí, San Bernardo. “La mayoría tiene enseñanza media completa o están terminándola, proceden de familias nucleares, viven con ellas y el comercio sexual lo ejercen clandestinamente”, explica Iván Salinas, sociólogo del Mums.


Pero también hay una minoría que está en la enseñanza superior. Estos jóvenes se cuidan más. La mayoría trabaja por cuenta propia y administra su negocio, generalmente en departamentos que arriendan en Providencia o Las Condes.


Un hecho ha llamado la atención de los investigadores: “Hemos encontrado que empieza a notarse en el mundo popular, una cierta legitimación del comercio sexual. Lo aceptan como válido para ganarse la vida, y sobrevivir”, señalan.

MODERNIZACION DEL “SERVICIO”

Según Salinas, el comercio sexual masculino no es un fenómeno nuevo, históricamente siempre se ha expresado, lo que pasa es que han surgido otros contextos, hay modalidades distintas porque la sociedad está cambiando. Aclara que el comercio sexual está adquiriendo tal desarrollo, que incluso ha incorporado técnicas de mercadeo.


“Ha ido perfeccionándose el servicio y la forma de ofrecerlo. El comercio sexual no callejero se ofrece en las páginas de avisos clasificados de diarios como ‘El Mercurio’ y ‘La Tercera’. Aparecen los servicios masculinos con sus precios, teléfonos y se explicita el tipo de servicio”.


Para hacer más comprensible la evolución que ha experimentado el comercio sexual, Salinas relata experiencias del trabajo en terreno. “Los típicos burdeles o casas de cita, en términos femeninos, hoy también existen en el ámbito masculino, pero con más refinamiento”. Hay un dueño con el cual los jóvenes negocian. Se establecen reglas, condiciones y elementos de marketing.


El sociólogo refiere un ejemplo gráfico. “Un investigador visitó uno de estos privados y encontró en la pared la foto de los jóvenes con sus características, con los tipos de servicios que prestan, y además, la foto de un joven -el trabajador del mes- el que había hecho más dinero o que mejor se había portado”. El cumplimiento de metas, la competitividad, la gestión, son términos propios del mercado que ya entraron al ámbito del sexo. “Es que hoy se han incorporado elementos empresariales a un servicio que está en cualquier parte del mundo”, comenta Salinas.


Según Fernando Muñoz, coordinador del área de estudios del Mums, algunas modalidades han cambiado. Se ha incorporado el teléfono, la tecnología en general, Internet, incluso. “Lo que pasa -dice- es que históricamente Chile ha sido un país complicado en el abordaje del tema de la sexualidad”. Añade que hay organizaciones como el Mums que están poniendo el tema en el tapete, porque es parte de nuestra realidad.


En el ámbito del comercio sexual, Iván Salinas menciona un segundo sector, que hasta ahora no ha sido involucrado, el de los clientes. “Estos son los grandes potencializadores del alto riesgo, no sólo en función del Vih/Sida, sino del consumo de drogas, alcohol y de conductas que no son propiamente de los trabajadores sexuales”.


Muñoz puntualiza que aunque todas las comunas tienen niveles de comercio sexual, Santiago, Providencia y Las Condes destacan en ese marco. Sus vecinos son los que más demandan estos servicios.

PREVENCION, REFUERZO, ORIENTACION

La prevención es una de las actividades más importantes que desarrolla el Mums con los trabajadores sexuales masculinos. Muñoz explica que el primer paso, cuando llega un joven en busca de ayuda, consiste en entregarle información.


Derribar mitos es un trabajo importante. Definir claramente las vías de transmisión, cuáles son las conductas que ponen en riesgo, reforzar la idea de lo conveniente del preservativo. “En términos generales, su uso está extendido entre los trabajadores sexuales, no es un tema extraño”, comenta Muñoz.


Pero el sociólogo enfatiza que no basta con generar conductas de cuidado. También hay que tener en cuenta que quienes se involucran en el comercio sexual masculino, tienen una doble vulnerabilidad.


Mayoritariamente son jóvenes pobres y cesantes, que no tienen expectativas en el mundo laboral y encontraron, algunos por casualidad, una forma fácil de ganar dinero. Además, carecen de habilidades sociales, por ejemplo, les cuesta manejar la negociación. “La pobreza -puntualiza Muñoz- es en sí una vulnerabilidad. Ser pobre hace vulnerable porque hay carencia de recursos sociales y culturales”.

SALUD SEXUAL MASCULINA

El mito de la pareja confiable es uno de los problemas graves con que tropieza la prevención contra el Vih/Sida y las enfermedades de transmisión sexual. Cuántos contagios ocurren a diario “por este discurso mal hecho de que tu pareja es confiable y resulta que tu pareja tuvo 50 parejas antes que tú”, señala Fernando Muñoz. Cuando se trata de los trabajadores sexuales el riesgo, crece. Si bien están los homosexuales definidos, muchos se manifiestan heterosexuales, que por diversas circunstancias han tenido que entrar al “negocio” para generar ingresos familiares.


Pero todos tienen una vida afectiva independiente de su trabajo, son trabajadores sexuales en un ámbito, pero cuando salen de ahí, son jóvenes que tienen pololas y algunos incluso son esposos y padres.


En la dificultad de ligar esa otra vida a su cotidianeidad es donde se produce la dicotomía, “porque ellos son capaces de exigir el uso del condón al cliente, pero a su pareja, que es permanente, que no sabemos qué tipo de conductas desarrolla, no se le exige”, explica Salinas.


En ese aspecto emerge una realidad: ¿qué pasa con las prácticas sexuales entre hombres, qué pasa con la bisexualidad? “La idea de que están los heterosexuales y los homosexuales en lugares distintos es falsa. La gente pasa de un lado a otro con una facilidad increíble y entre el blanco y el negro están todos los grises posibles”, afirma Muñoz.


El tema de la sexualidad es mucho más amplio y complejo que el discurso simplista inoculado desde el poder. Por lo demás, ni el gobierno ni sectores académicos, ni partidos políticos, ni movimientos sociales han abordado con seriedad esta materia. Es una realidad que simplemente no se reconoce, no se quiere asumir.


Esa realidad le interesa al Mums, desde la perspectiva de generar mejores condiciones para que aquellos jóvenes que van a seguir trabajando, no sean reprimidos, usen condón y tengan un sistema de salud.


Puntualizan que no existe la salud sexual para los hombres, ésta sólo está ligada a las mujeres y la reproducción. “Los hombres no están considerados en la salud sexual, esa es una falla del modelo de salud, que tiene que ver con la idea cristiana del ‘creced y multiplicaos’. Pero la gente tiene una vida sexual que va mucho más allá de simplemente reproducirse”, dicen.