Por Fabián Llanca / DIARIO LAS ULTIMAS NOTICIAS. / Miércoles 19 de febrero de 2003

Villegas no teme a las reacciones en su contra: “Si me llegan a molestar, procederé a sacarles un par de dientes personalmente”.

“El acto homosexual es tan repelente, tan burdo, que no encuentro que pueda ponerse en el mismo plano con el acto heterosexual”, dispara.

“La homosexualidad no es meramente una opción como cualquier otra, sino que hay algo diferente, algo perverso en el sentido de dejarse arrasar por una tentación al abismo”. Con estas palabras, Fernando Villegas, sociólogo, rostro de Chilevisión, protagonista de un comercial de pastillas para el dolor de cabeza y provocador por excelencia, se refiere al mundo gay. Su opinión partió vertiéndose en un libro de entrevistas del periodista André Jouffé, titulado “Hacia una realidad gay en Chile”.

Aquí se explaya a placer, calificándose sin pudor como homofóbico, aunque aclara que no está iniciando una persecución “porque cada cual administra su traste como se le da la gana”.

-Usted dice que sostener una relación homosexual es dejarse arrastrar. ¿No hay sentimientos de por medio?

-Puede haber, pero la raíz del asunto es que la cuestión sexual es primitiva, muy destructiva. El acto mismo es tan repelente, tan burdo, donde literalmente ni siquiera se ven las caras, que no encuentro que pueda ponerse en el mismo plano con el acto heterosexual, que tiene un potencial superior, incluso por el hecho de la procreación.

Hay una extorsión ejercida por estos gallos, incluso a través de algunos medios en que tienen columnas. Nadie quiere aparecer como reaccionario ni ser blanco de sus pullas.

-Aunque sea un acto infértil, puede haber amor.

-No sé, porque nunca he tenido una relación así. Puede ser, pero mantengo la sensación de que el acto mismo es una cuestión puramente brutal.

-Pero la sociedad chilena está más abierta a tolerar el mundo gay, ¿no le parece?

-No creo ni por un instante que la gente tenga una actitud más progresista entre comillas por los maricones. Hay una extorsión ejercida por estos gallos, incluso a través de algunos medios en que tienen columnas. Nadie quiere aparecer como reaccionario ni ser blanco de sus pullas.

-¿Aceptarlos es políticamente correcto?

-No me importa que en este momento, un poco por miedo a los grupos fundamentalistas de maracos dirigidos por cierto escritor, la gente se haga la simpaticona con ellos y los ande palmoteando.

-¿Se refiere a Pedro Lemebel?

-No me refiero a nadie en particular.

-¿Pero ha leído algún libro de Lemebel?

-Jamás leería a ese huevón. Creo que le leí una columna en “The Clinic” donde le tiraba mierda a Lafourcade y lo encontré absolutamente repelente. Es una especie de ícono cultural que se pasea por todos lados en festividades y cócteles. A lo mejor escribe bien, no tengo idea.

-Tiene buenas ventas.

-Es un tema nuevo y por lo tanto alguna gente tendrá interés en conocer sobre el asunto, eso me parece aceptable. Ahora, sobre la calidad literaria de Lemebel no me pronuncio porque nunca lo he leído, no porque sea maricón, porque he leído muchos autores homosexuales, pero que no tienen esa actitud de hacer proselitismo y andar pintarrajeados con rímel.

-Se está ganando un pasaje al infierno de los homosexuales, Fernando.

-No les tengo ningún miedo, porque si uno me llega a insultar más allá de la cuenta voy personalmente a sacarle la cresta.

-Usted debe liderar el top ten de homofóbicos en Chile.

-Yo soy homofóbico, no tengo ningún problema con las palabras. Así es que si los señores escribanos de estas sectas me convierten en blanco, me importa poco. Si me llegan a molestar no voy a reaccionar en mis columnas escritas, simplemente procederé a sacarles un par de dientes personalmente.

SUMA Y SIGUE
Villegas se detiene a precisar algunos conceptos respectos de los homosexuales, para que no surjan malos entendidos: “Hago la diferencia con los maricones caballeros, quienes tienen sus casas y hacen sus cosas para callado, sin proselitismo ni movimientos”. Por eso, el sociólogo considera que la marcha por el orgullo gay, que se efectúa cada septiembre por Alameda, “es un espectáculo patético y ni siquiera original sino que copiado, donde desfilan yeguas desatadas, disfrazadas de entidades que no son ni hombres ni mujeres”.

Respecto de países como Holanda, en que las parejas gays tienen validez institucional, Villegas no considera que se trate de un ejemplo de desarrollo. “No es ninguna evolución aceptar lo nefasto. Es como decir que en las poblaciones es evolución aceptar a los narcotraficantes, darles la mano y decirles buenos días”, puntualiza.