Por Alicia Sánchez / ASOCIACIÓN CHILENA DE ONGS – ACCIÓN e-mail: accion@adsl.tie.cl / foto: tomada de www.arasi.cl

Luego de la conmoción originada por este caso, se ha tratado desde diversas instancias desviar la atención del fondo del problema. Después que la diputada Pía Guzmán declarara en un programa televisivo que hay parlamentarios que estuvieron presentes en las fiestas organizadas por el empresario, el foco de atención cambió y se centró en la polémica en torno a la honra de los parlamentarios, y los rumores que acreditaron tal denuncia.

Una serie de hechos que han aparecido por estos días en las agendas informativas, nos han golpeado duramente. Y es que vemos con cierta vergüenza las maniobras y dichos en torno a situaciones de abuso y violación constante de los derechos humanos de los niños y las niñas de Chile, en especial de la infancia que vive en situación de marginalidad y exclusión. Vemos con vergüenza y poco orgullo cómo los niños y niñas más pobres de este país son utilizados para la satisfacción sexual y otras, por parte de adultos, en muchos casos poderosos.

Desde el momento en que el empresario Claudio Spiniak fue nuevamente detenido, esta vez procesado por estupro y producción de pornografía (en diciembre del año recién pasado fue detenido por tráfico de drogas), donde gran parte de los datos que ameritan tal procedimiento fueron entregados por periodistas que realizaron una audaz y valiente investigación periodística, algo comenzó a olernos mal, esta vez a propósito de los procedimientos de la Justicia.

Luego de la conmoción originada por este caso, se ha tratado desde diversas instancias desviar la atención del fondo del problema. Después que la diputada Pía Guzmán declarara en un programa televisivo que hay parlamentarios que estuvieron presentes en las fiestas organizadas por el empresario, el foco de atención cambió y se centró en la polémica en torno a la honra de los parlamentarios, y los rumores que acreditaron tal denuncia.

La situación de los niños y niñas que están siendo vulnerables a situaciones de este tipo y en situación de marginalidad y exclusión no han despertado la conmoción pública que los distintos operadores del mundo político y de los medios de comunicación han levantado en torno a la defensa corporativa «de la dignidad y la honra» de los miembros del Poder. Nuevamente la situación de los y las niñas queda relegado al último lugar.

Más tarde han intentado imponernos una nueva tesis, esta vez la de la UDI, que habla de una maniobra es contra de la Alianza por Chile a fin de perjudicar la candidatura presidencial del alcalde de Santiago. En medio de esta maniobra la han emprendido contra un periodista, un sociólogo y una fundación hermana.

La opinión pública hoy puede estar confundida entre tanta pirotecnia comunicacional y querellas que van y vienen, pero lo escandaloso que esta ocurriendo con los niños y las niñas empobrecidos ha quedado como un dato de la causa lo que nos parece grave.

No es una señal menor que esto ocurra en una sociedad que ha sufrido un fuerte proceso de individuación, donde las organizaciones y movimientos no han sido valorados de manera suficiente y más bien sufren cotidianamente el desprestigio de otras instituciones con más poder y recursos.

Es justamente la ciudadanía organizada y sus diversos mecanismos de control la que puede evitar que situaciones como estas se sigan produciendo. Nuestras organizaciones conviven a diario con personas cuyos derechos son vulnerados: niños y niñas trabajadoras, jóvenes que no pueden acceder a la educación superior por falta de recursos, pobladores que no tienen derecho a una vivienda digna, poblaciones que viven en medio de la contaminación.

Es también la pobreza y la indiferencia de una sociedad que no quiere mirar lo que sucede en la otra cuadra, en una ciudad que no acoge, con niños que viven en sus calles o bajo sus puentes, a la orilla del río. De un río del que muchos se preocupan que sea navegable, o de calles que deben tener rejas y guardias para que sean más seguras.

Ante esta situación y reiterando nuestro compromiso con los sectores más vulnerables de nuestro país y la plena disposición a seguir colaborando para que estos graves hechos nunca más se repitan, señalamos:
Ante las denuncias sobre la existencia de una red de pedofilia, lo prioritario es proteger a los niños y niñas que han sido víctimas de estos delitos, lo segundo es que la acción de la justicia debe aclarar y sancionar a los responsables de estas situaciones.

Es necesario promover y exigir un perfeccionamiento a la legislación vigente de manera de conseguir una mayor eficacia a la hora de perseguir estos delitos y a sus responsables.

Se deben corregir políticas sociales para prevenir delitos de este tipo y otras vulneraciones que enfrentan las y los niños que se encuentran en situación de marginalidad y exclusión.

En relación a las denuncias que se ha levantado en contra de la Fundación Margen, sostenemos que esta fundación es parte de la Red de Infancia, que conocemos de su trabajo, que ellos trabajan con niños y niñas en situación de abandono y de calle con programas e intervenciones en muy difíciles condiciones, iniciativas que muy pocas instituciones realizan y con escaso reconocimiento. Respecto a la acusación que uno de sus integrantes tiene un pasado político del cual, aparentemente debiera arrepentirse, señalamos que en Chile fuimos muchos los que luchamos contra la dictadura de Pinochet, desde distintos ámbitos y de distintas formas, de nada de eso nos arrepentimos, es más creemos que los que deben arrepentirse son los que estuvieron ligados con ese gobierno que uso la fuerza, la represión y la muerte. Quienes deben arrepentirse de su pasado político son los cómplices políticos de la dictadura, de la muerte y de la violación a los derechos humanos.

Por otra parte esas declaraciones generan un daño para las familias y los niños y niñas vinculados a esa experiencia, pues anteponen una cortina de humo que cubre el real objetivo de su acción.

Los niños y niñas que han sido víctimas de estos abusos han sido vulnerados en su derecho a la vida, a la libertad y a la honra, eso en sí mismo es un escándalo.
Pedimos que se aclaren las situaciones relacionadas con este caso, que se sancione a los responsables y que se cumpla con el compromiso de respetar los derechos de los niños y niñas.