Por Gabriela Granados tomado de: www.carlaantonelli.com

«La sociedad, para aceptar, tiene que estereotipar, ubicar de qué lado estás; así que la persona bisexual parece el agente secreto, pues está en los dos bandos, cuando en realidad no hay sólo dos bandos», afirma por su parte la terapeuta Rinna Riesenfeld.

Dentro del amplio espectro de las preferencias sexuales, el bisexual destaca por ser depositario de una gran cantidad de adjetivos; inmaduros, confusos, enfermos, son entre otras las nomenclaturas con que se pretende definir a quien se siente atraído por hombres y mujeres.

Cuando la gente escucha la palabra bisexual lo primero que piensa es en un homosexual o lesbiana; o bien en alguien confundido, indefinido y «muy sexual», esto según un estudio del Instituto Mexicano de Sexología, que será divulgado dentro de poco en publicaciones especializadas. Un avance parcial de ese estudio de redes semánticas fue preparado por la investigadora Paulina Millán para un congreso sobre el tema que tuvo lugar hace algunas semanas en San Diego, California, en el que se analizaron diversos aspectos de la vida de las personas que tienen atracción hacia hombres y también hacia mujeres.

Con más de medio millar de encuestas realizadas a varones y mujeres de distintas edades (mayores de edad) en Colombia, Guatemala y México, la especialista concluye que es muy difícil concebir a la bisexualidad como diferente a la homosexualidad. «Para mucha gente, homosexual y bisexual son sinónimos», dice. Y añade: «La gente tiene la idea de que son personas confusas, indecisas, que están mal porque se supone que te debe gustar una cosa o la otra. La misma clientela te dice en terapia ‘estoy confundida’, y hay que explicarle que sí existen las personas a quienes atraen ambos».

Doble miedo

«La sociedad, para aceptar, tiene que estereotipar, ubicar de qué lado estás; así que la persona bisexual parece el agente secreto, pues está en los dos bandos, cuando en realidad no hay sólo dos bandos», afirma por su parte la terapeuta Rinna Riesenfeld, quien señala que esto lleva a ocultar que, aunque también es un derecho, no genera sentimientos positivos sino un desgaste emocional por un doble miedo a ser tachado y descubierto: por su entorno y sus amistades heterosexuales, y también por su entorno y sus amistades homosexuales.

La tendencia a ubicar a las personas en un lado u otro hace que algunas, después de años de casadas (quizá con hijos, tal vez tras un divorcio), se enamoren de una persona de su mismo sexo y empiecen a socializar dentro del ambiente gay. Pero luego de un tiempo, quizá al terminar esa relación, cuando vuelven a sentir la atracción por el otro género, se encuentran que todas sus amistades les siguen presentando solamente candidatos a una relación homosexual. La vida no es estática ni fija en todo, dice Riesenfeld: «Hay a quien toda la vida le va a gustar el helado de vainilla; pero a lo mejor un día también el de pistache».

La sexóloga, autora del libro Papá, mamá: soy gay, señala además que la gente gusta distintos niveles de relación con hombres y con mujeres en diversos ámbitos, incluyendo el sexual: hay mujeres, por ejemplo, a quienes les gustan las caricias de otra mujer en los pechos, pero no las de un hombre: «Con ella lo siento cachondo; pero con él pienso: ‘¿qué le pasa a este tipo que parece que me está ordeñando?’; no me gusta la penetración con una mujer, pero con un hombre me encanta». Hay una enorme diversidad: desde las que opinan que en el sexo oral son mejores las mujeres porque «son más suaves», hasta las que dicen que «con el bigotito se siente más rico».

Diversidad sexual y moda

Aunque ahora hay una tendencia a poner la palabra «bisexual» en los nombres de los grupos gay, sobre todo por el arribo de jóvenes a sus filas, hay también quienes lamentan el fenómeno anterior y lo achacan a una influencia «artificial» de la moda: Madonna besando a Britney Spears y Christina Aguilera. También gays y lesbianas desconfían en general de las personas bisexuales, coinciden activistas bi. Y entre terapeutas, «con eso de que basta estudiar la licenciatura en psicología para dar terapia», muchos siguen creyendo que la bisexualidad es una ‘inmadurez’ que sería mejor ‘corregir’ (para un lado o para otro), sin respetar las opciones de sus clientes, apunta la académica de Imesex Paulina Millán.

El activista y sexólogo Eduardo Anaya considera que eso se debe a varias cosas: a una «bifobia», que en términos psiquiátricos es un miedo irracional a la bisexualidad, y a que «por seguridad, los bisexuales no hemos abierto la segunda puerta del clóset». No hay espacios donde la gente bi pueda identificarse, aprender del tema, compartir experiencias consigo mismos y con los demás, asegura. Y como casi toda la gente formalmente establece «parejas» con sólo una persona (no se muestra al mismo tiempo con personas de ambos sexos), es difícil reconocer a quienes son bisexuales, dice la sexóloga Rinna Riesenfeld.

Sin embargo, las cosas no son tan lineales y hay algunos fenómenos dignos de atención. Por ejemplo, en el estudio de redes semánticas realizado por Imesex en Chiapas, Distrito Federal, Estado de México, Puebla y Nuevo León, así como aparecen términos muy duros como «problema», «enfermedad» e incluso «asco»; también son mencionadas palabras como «amor» y «libertad», según Millán, probablemente por el reconocimiento de que las personas bisexuales llevan a cabo sus deseos, que son espíritus libres, aunque esto implique romper con la sociedad tradicional.


Gabriela Granados es periodista especializada en sexualidad 
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