Querida Ada:

Eres lo primero que hago ahora de mañana. Acabo de abrir un ojo y ya deseaba contarte lo que pensé anoche. Sólo que no quise despertarte, pues para hablar contigo debía prender la luz y allí tú y yo nos despertábamos y de seguro que el insomnio no habría tardado en depositarse en nuestra noche.

Imaginé varias historias, pero lo más importante es que me di cuenta que por primera vez Lucía no era el centro de ellas. La historia, que era de amor, fue la parte final de mi paseo por la calle. Me sentí bien. Me sentí muy bien. Si fuese pareja de Lucía, algunos dirían que yo la engañé, pero no es así. Creo que todo esto debe encaminarme a descubrir que todo lo que está armado, todo lo que está hecho, yo no lo armé, ni lo hice. No sé, por qué lo que es correcto es correcto. Si tengo una pareja, podré soñar con otras, podré salir con otras, si así lo deseo. Nos dicen que la familia es lo fundamental, por eso tengo que casarme para tener hijos y debo ser fiel a mi marido , aunque él no lo sea… Quién dijo eso!. Creo que debo aprender a amar. La Lucía no es mía y yo tampoco le pertenezco. Si la amo ella no pude ser dueña de mi dolor.

No digo Ada, que tenga la necesidad de estar con la mujer que se me ponga por delante, pero por qué no puedo estar con alguna otra que me guste?. Eso no será causa de que deje de amar a Lucía, quizás comience a amarla de otra forma.

Si mi mamá leyera esto, sería terrible y la entiendo, pues muchas veces, gracias a ella, he pensado en la fidelidad como base de la pareja y esas cosas, pero anoche me di cuenta de que la fidelidad no es sino una construcción que limita en todos sus puntos con el dominio, con la postura de que nada puede cambiar, pues todo es absolutamente correcto y si lo creo así seré anormal, seré una aberración y eso si que me parece grave, también muy gracioso cuando recuerdo las conversaciones que tienen mi madre, la gente de las micros, mis compañeras y compañeros… Hablan tanta tontera y puedo pecar de soberbia, pero por qué Ada, dime por qué tengo que ser humilde?

Siento las chancletas de mi mami.

Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac…

Hija, la Lucía te llamó, dice que la llames – me dice

Ya mamita, gracias! me levanto al tiro! – le digo

Las chancletas se van

Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac, Shrac.

Creo que hoy la llamaré. Siento que debo decirle cosas importantes, las mismas que he descubierto contigo. Ada, creo que tu magia funciona, creo que tu magia enciende mi magia.

Día 4 in the madrugada

Ada:

Terminamos peleando con la Lucía. Por primera vez la veo como una cabra chica. No sé cómo puedo amarla, menos sé como aún no me atrevo a decírselo. Bueno, no puedo decir nada si después de años recién me atreví a salir a la calle a mirar de frente, a buscar algo distinto.

¿Cómo será la Lucía que yo no conozco?. Supongo que distinta a la de la tarde.

Comenzó a burlarse de mi propuesta de vida del amor. Me decía que de adónde yo tan amor libre, si ni siquiera había tenido un pololo. Le contesté que no era necesario tener un pololo o una polola para no pensar en lo que una esperaba del amor o de la vida y no seguir así viviendo como autómata, sin pensar , manteniendo esquemas con los cuales seguramente ella ha estado en desacuerdo en más de alguna oportunidad. Después comenzó a burlarse y a tratarme de libertina . Ahí la encontré muy tonta y le dije que cuando creciera mejor habláramos que ahora la encontraba patéticamente aburrida. Le corté. Allí mismo comencé a reír, pues era nuestra primera pelea desde que decidí que le contaría todo.

Para que se me saliera un poco la mala onda, decidí salir. Fui a Bellavista a buscar un local en donde la mayoría del público fueran mujeres. Mi papá me dejó unas monedas culposas, porque se iba fuera de Santiago y no nos veríamos durante un rato largo. Su típica costumbre, así es que decidí lavar las culpas que se ha creado tomándome unas bebidas o una cerveza si me la vendían, pero Guac! No me la vendieron. Había allí una mesa llena de mujeres. No podía sacar los ojos de encima, pues veía como una de las chicas del rincón acariciaba la mano de la que estaba a su lado. Se reían fuerte y eran bellas. Me sentí extraña, muy diferentes a ellas. Rogué porque me invitarán a su mesa, pero preferí hacerme la indiferente para no importunarlas. Una de ellas comenzó a mirarme. Yo me puse nerviosa, era la que más me había gustado. Cuando se levantaron, al salir, la chica que me miraba me dejó un papel con su número telefónico y su nombre: Natalia.

Aquí lo tengo en frente. Lo veo y aún se me aprieta la guata.

Intentaré dormir , un beso Ada, un beso.

Me gustaría que Lucía lo entendiera.

Volví a leer lo que había escrito y de verdad que encuentro linda la palabra libertina. Si tú te llamas Ada, yo seré Libertina, la que encuentra Libertad de manera juguetona, así me suena, no quiero pensar en los significados que los otros le han dado, desde hoy trataré de inventar los míos propios.

Libertina: así escojo llamarme y que nadie le ponga apellidos conocidos a un nombre tan grande.

Un beso mi querida Ada

Libertina.