Un nuevo 08 de marzo se nos deja caer encima con su carga emotiva acostumbrada y es que la historia tiene harto que decir sobre las mujeres, mas aún está esperando que sean ellas quien la escriban para que el futuro no caiga en los mismos errores de siempre y con esto nos referimos a que sean ellas la que anoten sus acentos y pongan los puntos sobre las íes.

La percepción que tienen muchas mujeres del 08 de marzo, es que es una fecha que cada vez tiene mayor importancia, dando ejemplos en torno a la difusión que de la fecha se realizan en distintas instancias1; . Esta percepción, además está directamente relacionada con los espacios de poder a los que han accedido, siendo recurrente la mención de las candidaturas de Michelle Bachelet y Soledad Alvear a la Presidencia de la República.

Pese a lo mencionado el pensar en un 08 de marzo en el país incluida varias de las marchas que se realizan, es establecer aunque a algunos les parezca exagerado, el triunfo de la femineidad que no es si no el triunfo del sistema, en torno a que las mujeres acceden efectivamente a lugares de poder, pero lugares cuya plataforma ideológica está enraizada aún en el modelo patriarcal. Si no desde dónde se explica la ironía de los medios que cada cierto tiempo extienden uno que otro reportaje en torno a mujeres exitosas, como si esto fuera un gran logro o más bien el magro resultado de las políticas de inclusión que a nosotras se refieren y en donde no está de más decir que nuestra intervención política ha sido no tan fructífera como lo desearíamos. Esta situación la podemos ejemplificar a través de ámbitos que tienen que ver con la detenida discusión sobre derechos sexuales y reproductivos y todo lo que esto implica.

La relación aparentemente simbiótica entre sistema y mujeres sigue fortaleciéndose y allí es donde surgen las preguntas, preguntas que por cierto no debemos dejar de hacernos, pues es lo único que nos indica que no nos conformamos con remiches históricos, que somos capaces de reinventar la historia generando pensamiento nuestro, propio y defendiéndolo.

¿Existe un discurso al que hayamos aportado con un notorio abandono de los dogmas dominantes? ¿Tenemos conciencia de los temas de mujeres aún no resueltos? ¿Podemos responder con claridad qué es ser mujer?. Quizás preguntas más específicas como: ¿Puedo decir que soy lesbiana en mi trabajo? ¿Es un tema sencillo la maternidad lésbica? ¿Sé lo que significa capitalismo? ¿Conozco de nuestra historia de luchas?, son preguntas que invitan a avanzar, desde una visión desprejuiciada y sincera, en la formulación de otras que se transformen en una plataforma, que a lo menos, nos permita abandonar las nocivas suspicacias que poseemos entre nosotras mismas y los otros, las que se anidan en la construcción hegemónica, tan bien implementada, que indica que todo va bien, que no existe cuestionamiento, que todo está perfectamente armado, situación que el sistema aprovecha una y otra vez, con magistral destreza, para subsumir cualquier amago de cuestionamiento y generar así los espejos precisos en los cuales nos desean ver reflejadas.

Deben existir, entonces, elementos substitutivos a esta insípida pasividad matricida, en el sentido, de que debemos transformarnos en nuestras propias madres y no matarnos antes de nacer.

Estamos en un mundo de cambios, en un mundo en donde también como estrategia podemos reciclar los caminos utilizados por los otros y ubicarlos en el momento preciso para generar a lo menos la puesta en escena de nuestras convicciones. Se entiende mejor cuando mencionamos por ejemplo que las fundaciones como Futuro, Libertad, Paz Ciudadana, han desarrollado planes de acción comunicacionales que fortalecen los arquetipos históricos inmanentes a nuestra cultura (que no es nuestra) y que han anulado así, muchas de las estrategias que se arman desde nosotras, pero que se extinguen por el impacto reducido, dada la escasez de espacios en donde se difunden2, evitando que nos transformemos en memoria colectiva favorable a nosotras. Es esta situación la que nos invita a hacer consideración de los aspectos contextuales en donde la tecnología no puede estar aparte. Debemos tomarnos los medios, por eso escribimos desde todo el espacio que lo permita y quizás si nos conviene de los espacios que no lo permitan, por eso tratamos de construir nuevos programas y espacios radiales. El impacto debe notarse y tenemos que pensar entre todas qué haremos para generarlo con la clara disposición de no desimpregnar ninguno de nuestros actos de la ubicuidad que requiere el camino del respeto de nuestros derechos y nuestros deberes.

Por el momento a pensar en que existe la posibilidad de un nuevo mundo tan sólo si nos hacemos cargo. Repetido hasta la majadería: nuevo mundo que se construye en la medida en que tenemos la lucidez para reflexionar, debatir, proponer desde nosotras hacia los otros, lejos del sistema, las nuevas construcciones, que son necesarias para humanizarn@s, para crear un mundo, reiterando nuevamente, justo y para ello todas y todos los que quieren están invitados.

Feliz día de la mujer!

1 Basta recordar los letreros con que Lavín adornó Santiago en el 2004 y varios otros alcaldes de derecha, situación contradictoria frente al conservadurismo que representan, mas no es sorprendente dado el uso de los medios de comunicación que éstos utilizan para defender sus intereses.

2 Un ejemplo que clarifica lo mencionado es el debate en torno al aborto. ¿Debate?. En los medios de comunicación sólo se muestra la postura conservadora.

3 Paredes, murallones, transportes, pero atentas a no generar un impacto contrario al que esperamos siendo presa fácil para que los tentáculos del sistema nos otorguen otra significancia.