Por Jorge Undurraga

“Por la boca muere el pez”, es el dicho que bien podríamos aplicar a la intervención del candidato por la presidencia, representante de los partidos de derecha, Joaquín Lavín, ello debido a su delatora declaración de apoyo al ex ministro del Interior del régimen militar, Sergio Fernández.

“Por la boca muere el pez”, es el dicho que bien podríamos aplicar a la intervención del candidato por la presidencia, representante de los partidos de derecha, Joaquín Lavín, ello debido a su delatora declaración de apoyo al ex ministro del Interior del régimen militar, Sergio Fernández, señalando a los medios de comunicación:

«Actuó como hombre al asumir su responsabilidad política por los hechos ocurridos mientras formaba parte del Gobierno».

«Hay que ser bien ‘hombrecito’ para decir eso y habla bien de él, de una persona íntegra».

«Cada uno, según su conciencia, asume, pero a mí me parece que lo que hizo Sergio Fernández …, es una actitud de hombre».

Independiente de las responsabilidades que el actual senador tenga que asumir respecto de su proceder durante la Dictadura, y el natural apoyo de Joaquín Lavín al régimen del cual fue cómplice, los cuestionamientos respecto de sus dichos los podríamos referir además a su concepto de ‘hombre’ y su relación con la definición de mujer o de ‘poco hombre’, es decir, de género. Frente a estas afirmaciones cabe preguntarse: ¿Es sólo la actitud de un ‘hombrecito’ sinónimo de integridad? ¿El no asumir una responsabilidad es propio de una mujer? ¿Es la palabra de un hombre más válida que la de una mujer? Son sólo las primeras preguntas que uno podría plantear al escuchar estas escuálidas palabras.

Pero bien, pensando en que tal vez este caballero no da puntada sin hilo en sus declaraciones, podríamos especular que está tratando de despejar su camino presidencial utilizando el valor de lo masculino por sobre lo femenino, y así lograr retomar la confianza perdida reencausando las mentalidades hacia el orden natural de las cosas, donde el poder y la dignidad son propias de la condición de macho. Si fuese así sería un argumento bajo y propio de un histórico y eclesiástico patriarcado, poniendo el pie sobre todas las mujeres, empezando por su señora-concejala y continuando por su generalísima de campaña que recién ayer nombró (sí, recién ayer). Porque según su concepto de vida quien asume las grandes responsabilidades es el hombre, quien siempre debe conservar la integridad y la tranquilidad es el hombre, quien manda es el hombre… a las demás sólo tareas delegadas, siempre y cuando se ajusten a la obediencia, es decir, al concepto de una ‘mujer correcta’.

En caso que ello no hubiese sido una penosa estrategia política, es claro entonces que a este señor le sale el machismo por los poros ya sin darse estúpidamente cuenta, en donde el hombre está por sobre el valor de mujer y de paso por encima del valor homosexual (‘poco hombre’ = maricón). Quizás su nueva coordinadora de campaña le abra un poco los sesos, porque la Rucia Diputada y la Fijona Alcaldesa para lo único que sirvieron fue para tomarse fotos y para andar pelando lo gorda que está la otra. Cómo le debe doler a su orgullo machista tener que enfrentarse a dos féminas en la arena política, cuando desde su concepto las mujeres están para llevar bien las cuentas y mantener las ollas brillantes (y los homosexuales para hacer costura y cortar el pelo). Con lo beato que es, con lo ‘hombrecito’ que es, lo debe asumir como un sacrificio y un obstáculo divinos.

La participación de las mujeres en su trabajo político entonces, es sólo un slogan de campaña, lo que nada nos debe extrañar, porque este eterno candidato es un experto en ello, de hecho cuando ya no le sirven sus clichés los bota, los cambia y se olvida. ¿Ocurrirá lo mismo con su Harem Político?

Y ahora me remito a las declaraciones mencionadas: si es ser hombre asumir responsabilidades después de 15 años terminadas las detenciones, secuestros, desapariciones, torturas, crímenes y robos ocurridos durante la Dictadura. Si es ser bien hombre haber participado, ser testigo silencioso, cómplice o pajarón voluntario de dichos vejámenes. Si eso habla bien de él. Si ése es su concepto de ser hombre, señor Lavín, entonces feliz… soy mujer.