Por Freya Schneider

Una humilde y advierto- desordenada opinión- para las que con tanto ahínco defendieron a las discos en el E.L.T.A, como un espacio político en donde prácticamente nace la rebeldía lésbica…¿Rebeldía o integración a la misma mierda de siempre?, esa es la pregunta que da vueltas en esta columna, para que a su vez le demos una vuelta a este relativismo que siempre genera respuestas que dejan a todas contentas…

En el E.L.T.A se discutió , reculó y defendió el espacio discotequero como un espacio político, lo que no pasó desapercibido para mi, mas aún cuando los argumentos que la instalaban como una especie de inicio político lésbico hicieron que las asistentes estallaran en encadenados aplausos consecuenciales, como diría una amiga.

Esto pasó en una mesa de discusión que se enganchó a la pasada con la discoteca, la que en inicio fue negada como espacio político, luego defendida y más tarde ovacionada y refrendada como espacio político, valga la reiteración, por la mayoría de las presentes como si hubiese sido uno de los grandes descubrimientos en torno a la realidad que se indagaba: si habían referenciaciones heterosexuales en la parejas lésbicas..

Una asistente indicó con esmero, que la discotheque es un espacio político, en tanto, es el lugar en donde la lesbiana se hace real y se reconoce en las otras iguales a ella. La expositora que había indicado lo contrario momentos atrás, recula e indica que no es eso lo que ella ha querido decir, dando a entender que está de acuerdo con lo que la otra chica expone, utilizando algunos de los mil argumentos que yo misma podría defender1 en esta columna, pero esta columna ¡no, no, no! …¡No será para eso!

Los espacios discotequeros lésbicos no dejan de ser ghettos que el sistema amablemente diseña e instala, para que “las anormales”, o sea nosotras, no tengamos tanto que alegar, no ocupemos los espacios que son para “lxs normales”( y no alucinemos a los gorditos de gafas, como dice la canción) y sucumbamos a la fuerza normalizadora de la heterosexualidad. No está de más agregar, que esta fuerza normalizadora se ensambla súper bien con el capitalismo para el cual somos un emergente y gran nicho comercial…¿No es esto, entonces, una plataforma para la integración a la desigualdad, más que un espacio político de las lesbianas?

Puedo parecer muy majadera, más aún cuando los espacios de debates escasean, pero observo una radicalidad aparente, manoseada en el discurso, una ausencia de agudeza, de rebeldía, de creatividad en las reflexiones, que apunten al descubrimiento y construcción de las geografías lésbicas contraculturales y no a la defensa de espacios que más que aportes, en la actualidad, han ido socavando los magros avances que esta identidad ha sido capaz de desarrollar.

O sea ¿por qué la lesbiana debe hacerse real allí?, ¿por qué la disco es presentada y defendida, para la confusión de muchas, como casi una puerta de entrada a la cultura lésbica, si allí no hay más que reproducción cultural?. ¡Cómo se explican entonces que los “show” de las bailarinas, que se menean con poca ropa y coquetean con el público que aplaude a rabiar ensoñadas con la posibilidad de engrupirse a alguna, al ser trasladados a un local hétero no requieran de ninguna modificación?. Entonces profundizo en la pregunta ya planteada: ¿Es la disco un espacio político o un espacio que nos integra a la política de la desigualdad sin siquiera reflexionar?(pues en los shows que indico, hay CERO perspectiva de género2 ), ¿Es la disco un espacio político utilizado por las lesbianas para construir libertad con mayúscula o es una herramienta que al sistema le permite delimitar nuestra libertad?3.

Definitivamente no quiero, insisto, relativizar mi postura, aunque a algunas les moleste. A esa mismas sólo las invito a pensar en si es más importante defender este espacio o recrear otros que verdaderamente permitan a las lesbianas ser reales y libres a través del descubrimiento y construcción de su propia cultura?4.

Las discos lésbicas, se transforman en una ciudad artificial a donde las lesbianas emigran cada fin de semana, para poder vivir su lesbianismo de la manera más amable que encuentran. Las discos, además, no son si no la prueba concreta de la existencia de la sociedad de consumo que nos clasifica de acuerdo a lo que consumimos… La pobreza no está para estos lugares, la pobre , la camiona de la pobla, aunque tenga plata, aquí no existe y se vuelven a reforzar de esta forma mecanismos de exclusión, de clasificación , de etiquetamientos, que naturalizan un discurso hegemonizado de las personas que pertenecen a la raza blanca de clase media que se incorporan, con ganas, a las políticas de normalización cultural que emanan desde el patriarcado(Sólo pensemos en aquellas que han llevado como bandera de lucha el matrimonio homosexual. No es acaso el matrimonio una de las puertas a la normalización más descaradamente disfrazada de igualdad?.)

Creo que debemos ser capaces de recrear , de construir nuevos espacios para relacionarnos, para significarnos, para hacernos reales. : De hecho me parece mucho más político salir con mi pareja y darnos los atracones por allí en un bar hétero, que en las discos. Me parece mucho más político intentar ligarme a una chica que me guste fuera del recorrido lésbico habitual. Me parece mucho más político no preguntarme si la chica a la que quiero ligar es lesbiana o no, aunque definitivamente existen ámbitos mucho más políticos que desear ligar con una chica, sólo doy estos ejemplos por el contenido que da vida a la columna.

Podrán decir que no puedo deslegitimar este espacio, pues efectivamente es el espacio en donde la lesbiana emerge y bla, bla y además todo es político y más bla, bla y que las lesbianas requieren de esos espacios por la discriminación y bla, bla, bla, bla. Pero a estas alturas de la vida no quiero andar retobando y vendiendo discriminación positiva a manos llenas, a estas alturas prefiero mojarme el potito y radicalizar mi postura, pues no todo es político cuando no existen herramientas que generen una adecuada reflexión en torno a ello. No se puede ir defendiendo que la disco es un espacio político y perder por ello el norte de la actuancia política comprometida, considerando aún más que hace años se alega desde los espacios lésbicos políticamente actuantes cómo hacer para acercar e interesar a las lesbianas discotequeras (no intento ser peyorativa con esto), a un trabajo más comprometido, con el mismo interés que tienen por las discos, el baile y el carrete5, considerando además que muchas de ellas son lesbianas asumidas, con cero rollo por ser lesbianas6… Esto último lo agrego, pues me da la impresión, en que la disco se construye como un espacio político, a partir, de “las pobrecitas lesbianas” que no pueden serlo si no más que allí, por eso se transforma este espacio en un puente para su accionar político, valga la redundancia en el uso de este concepto, pues es la puerta que les permite contactarse con la conciencia y bla, bla, bla…

Hmmm, dudoso. Completamente dudoso….

Pido más rebeldía y es por eso que no relativizaré mi postura , pues ¿será que las actuancias políticas o el movimiento civilizatorio que en teoría y en más de varias prácticas comparto, con una de las exponentes de la mesa, emerja entre los reggueton, entre las miradas furtivas que adelantan el rico revolcón del fin de semana, con el que no tengo rollo, aunque vuelvo a recordar que me encanta más, un buen revolcón en el lugar más sorpresivo con la ella que inesperadamente me interpela con su cuerpo y con su libertad lanzada a borbotones por el cielo heterosexual, que se triza cada vez que somos capaces de besarnos en la calle, cada vez que no necesitamos de los espacios que lxs otrxs, normales, construyen para enrielar nuestra forma de amar…

Podrán decir que soy grave, pero por no serlo es que la discoteca existe como existe7 y es sólo un fiel reflejo de los procesos de normalización que históricamente se ha ejercido sobre el gran mundo de las raras.

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Ahora ya es 14 de febrero y de seguro que muchas tortolas lésbicas han supeditado sus planes a la parafernalia de cenas, bailes y de esos horripilantes corazones fosforescentes, sacados desde el más profundo sentimiento del monstruo capitalista, que no es si no otro de los triunfos del patriarcado, que se reproduce en estos espacios y que le permite a ciertos grupos acuñar más y más ganancias a costa de las tortas que lesamente babean por una cuota de normalidad.

Llega el 14 de febrero y extraño las mesas, lo foros que hace poquito se levantaron en el ELTA, porque me da lata , sí me da lata , aunque me encuentren grave, tanta inconciencia, tanta supeditación, tanta adhesión a la cultura, tanta reproducción cultural (sí para eso tenemos a los colegios!) y aunque no comparta y rechace los entendibles argumentos de que los espacios discotequeros son políticos, se agradece la instancia E.L.T.A pues podemos seguir profundizando en este tema y en otros, a través de la reflexión que seamos capaces de levantar. Por lo menos a mi esta columna me ha oxigenado en la posibilidad de que a lo menos una palabra de las que digo pueda calar en la cabecita de a lo menos alguna que optará por construir espacios y caminos de verdadera libertad en vez de defender aquellos que sólo y así como están, impiden el logro de su consecución.

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Por Freya Schneider

(1) Para mi lo más político del espacio tiene que ver con el desafío que significa para aquellas lesbianas que se organizan, de aportar a su resignificación, deconstrucción y así a su desreferenciación heterosexual, que era el tema de la mesa
(2) Menciono al género, sólo para que nos entendamos. Al igual que muchas considero que ese concepto está demasiado Institucionalizado.
(3) Me pregunto acá si todas sabemos de lo que es libertad con mayúscula y la responsabilidad que implica.
(4) Interesante sería descubrir los elementos que constituyen la cultura lésbica: ¿Existen o sólo somos la proyección del regímen heterosexual?, de hecho a eso se acercaba la temática de esa mesa.
(5) No puedo dejar de decir que soy una torta carretera. No estoy en contra del carrete, para nada, pero después de terminar la pega en la que me comprometo.
(6) Muchas indican además que jamás han sido discriminadas, lo que nos habla del síndrome de la no conciencia de la discriminación, que por cierto, obstaculiza el proceso de reflexión y actuancia política en pro de un mundo distintos como dice, una chiquilla que conozco por allí.
7. Debo agregar aquí que para mi es otro gran triunfo del capitalismo.