Perspectivas

A propósito de la recientemente aprobada Ley de Identidad de Género en España, Claudia Rodríguez, activista transexual del Movimiento Unificado de Minorías Sexuales, formula un recuento de la situación de las voces trans y de los desafíos políticos que se prefiguran en Chile.

Por Claudia Rodríguez

Hoy en España se celebra la aprobación de la ley que reconoce la identidad de género transexual. Esta Ley de Identidad de Género, permite cambiar de nombre y sexo en el documento de identidad aunque no hayan pasado por el quirófano. La aprobación de esta normativa es la más avanzada de Europa.

Esta ley reconoce el derecho de las personas transexuales a poder cambiar su nombre y sexo en los documentos sin tener necesidad de pasar por una cirugía de reasignación de genitales. También aquellas personas que por razones de salud o edad no puedan llevar un tratamiento médico, quirúrgico u hormonal, podrán beneficiarse con la normativa.

Con la ley española será suficiente acreditar que se lleva dos años de tratamiento médico, quirúrgico u hormonal; y que ha sido diagnosticada como persona transexual, por un especialista colegiado. La relevancia de esta situación estriba en que se da más importancia al propio tiempo vivido en el auténtico género de las personas transexuales, que son al fin y al cabo quienes garantizan con ello su indudable sentido de permanencia en el sexo que les corresponde. Porque en definitiva se trata de una norma social, que recoge la realidad en que vive más del 50% del colectivo.

En Chile, la organización Trans; es decir de personas Travestis, Transgéneras y Transexuales, cuenta con seis años de trabajo, el que ha sido marcado por la epidemia del VIH/SIDA y el condicionamiento al trabajo sexual.

La hormonización, la ciliconización, hasta la operación de cambio de sexo para la construcción de la identidad Trans, son situaciones de privilegio, así como también el acceso a la educación, la salud, la vivienda y el trabajo.

La lucha por la no-discriminación, los derechos civiles y el reconocimiento de la Identidad de Género Trans son los nuevos desafíos del trabajo organizacional.

Una ley como la levantada por las organizaciones Trans Españolas, que demanda al Estado a amparar la situación de personas Travestis, Transgéneras y Transexuales, implica en Chile un trabajo profundo con la clase política y la sociedad entera. Es esta la labor del liderazgo Trans 2007. Un liderazgo que integre las diversidades de personas Travestis, Transgéneras y Transexuales sin que ninguna quede de lado.

El logro de mejores posibilidades de vida, está en saber que las cosas pueden cambiar, incluso las leyes, y esto queda demostrado con el ejemplo que nos llega de España.
Ser Trans

La situación Travesti, Transgénera y Transexual presentan signos de maduración en Chile. Hoy luego de una gran lucha de revindicaciones tanto al interior de las organizaciones gay y lésbicas, como en el exterior, en el ámbito cultural, social y político nacional se reconocen avances en la legitimidad de las voces Trans.

En un principio, el concepto que definía la pulsión por modificar la estructura corporal de nacimiento, cruzando los géneros masculino y femenino, “en busca del cuerpo soñado”, era travestismo. Esta definición fue elaborada desde la psiquiatría en los años 50 e instaló al individuo en un estado de pecado, por ser “contra natura”, de delito por ir “contra la moral y las buenas costumbres” y de perversión por la supuesta “disforia de género”. Concepto fortalecido por la segregación, la estigmatización y la discriminación que sostienen en sus bases principios moralizantes, aún cuando surgiera en la academia.

La geografía “Trans” ha cruzado en la historia de la humanidad, lo exótico – según recopilaciones etnográficas (1) – que muestra coincidencias en culturas primitivas, de una especial relación entre la homosexualidad, travestismo y el cambio de sexo, donde se hallan en grupos de status sacral, la vivencia del cambio de género, a través de sueños y contactos con espíritus, que lo exigen y justifican.

La expresión “Trans” siempre dio muestra de su existencia y ha formado parte de la civilización de manera parásita, en tanto es construida desde los lugares del exotismo, el pecado, el delito, la anormalidad y la patología. La reclusión y marginación a estos territorios, enmarcan el panorama geográfico de la vivencia, dados los enfoques de las estructuras que regulan la propiedad del sexo.

En paralelo a los últimos tratados psicológicos y psiquiátricos respecto de la sexualidad humana; la «emancipación de la mujer», la «lucha por la igualdad sexual», el «debate feminista sobre la perspectiva de genero», los tratados de «Derechos Humanos» y la reciente «derogación de códigos penales» a favor de los derechos de las minorías sexuales, vierten en “Lo Trans” problemáticas y cuestionamientos pertinentes a la reflexión tanto respecto de “lo que se es en virtud de sí mismo(a), como también de lo que se desea llegar a ser».

Según Levi- Strauss (2), en cada cultura la oposición binaria hombre/mujer es clave en la trama de los procesos de significación. La diferencia sexual, construida en el orden representacional, contribuye ideológicamente a la especialización de la feminidad y de la masculinidad; produce efectos en el imaginario de las personas. La diferencia sexual nos estructura psíquicamente y la simbolización cultural de la misma diferencia, él género, no sólo marca los sexos sino marca la percepción de todo lo demás: lo social, lo político, lo religioso, lo cotidiano.

Según Bourdieu (3); la “di-Visión del mundo”, basada en referencias a las diferencias biológicas y, sobre todo, a las que se refieren a la división del trabajo de procreación y reproducción actúan fundadas en ilusiones colectivas. Establecidos como conjunto objetivo de referencias; los conceptos de género estructuran la percepción y la organización concreta y simbólica de toda la vida social.

En la actualidad, cada vez más, la visión binaria, esencialista, de sólo una “realidad biológica” se enfrenta a una postura deconstructivista –según Bourdieu– de variedad de formas de simbolización, interpretación y organización que plantea la no-existencia de un hombre “natural” y una mujer “natural”; no hay conjunto de características o de conductas exclusivas de un sexo, ni siquiera en la vida síquica. La inexistencia de una esencia femenina o masculina, cuestiona hasta donde hay una forma natural de la sexualidad humana. Por otra parte, la discordancia entre lo psíquico y lo anatómico: “los mandatos culturales nunca satisfacen las demandas psíquicas y la vida psíquica nunca encajara fácilmente en las exigencias culturales”

Freud afirma (4): no hay nada más incierto que la masculinidad y la feminidad. La realidad muestra una disconformidad en el individuo, principalmente, relacionada con el género, porque ni lo masculino ni lo femenino satisface en un cien por ciento necesariamente aspectos íntimos del sujeto con esta pulsión.

La visualización de la existencia «Trans» hace notar en la práctica conjugaciones de género, cruces y acomodos personales respecto de valoraciones o no, consientes o no, de la masculinidad y la feminidad institucionalizadas. Frente a estas representaciones únicas del género, no satisfactorias, la pulsión «Trans» disconforme, expresa, negocia y busca respuestas posibles para existir.

Es así que un amplio número de sujetos(as) «Trans», no responden a estereotipos vistos comúnmente, porque así como individuos existen es la cantidad de expresiones, negociaciones y respuestas posibles.

Desde el cruce de los géneros hasta la modificación del sexo biológico, tesis de la cual nos hacemos cargo, se suponen indicios de la pulsión «Trans». Desde nuestro punto de vista, no es la autopsia lo que nos revelara la constitución de la expresión, sino más bien, la sistematización del máximo de respuestas posibles desde la propia vivencia de estos(as).

En la práctica, lo(a) «Trans»(5) se ha concebido a sí mismo(a), como una amplia multitud de expresiones posibles, muchas no valoradas y muchas desconocidas.

No todas las expresiones «Trans» encontradas son las posibles.
No todas las travestís encontradas son las que existen.
No todas las Transgéneras encontradas han modificado su cuerpo.
No todas las transexuales llegan a realizar la respuesta posible.
No existen expresiones definitivas sino más bien negociaciones posibles.
Es decir travestís, Transgéneras, transexuales e intersexuales no son las únicas identidades validas.

En definitiva, el rasgo «Trans» incluye – más que excluye – expresiones individuales que dicen:

No masculino pero no definitivamente femenino.
No femenino pero no definitivamente masculino.

Lo «Trans» circula necesariamente en la dualidad de los géneros existentes, en construcciones, de lo que se es en virtud de sí mismo(a) y de lo que se quiere llegar a ser, con un lenguaje propio u orgánico cada vez más fuerte.

Citas

(1) Alberto Cardin; “Guerreros, Chamanes y Travesiís. Indicios de homosexualidad entre los exóticos” 1° edición Junio, 1984. Tusquests Editores. Barcelona España.

(2) Fragmentos expuestos por Marta Lamas respecto de “Levi-Strauss”. Debate feminista. “Cuerpo: diferencia sexual y género. Antología de Género. Año 5, Vol.:10, Sept. 1994.

(3) Marta Lamas respecto de “Pierre Bourdieu”. Debate feminista. “Cuerpo: diferencia sexual y género. Antología de Género. Año 5, Vol.:10, Sept. 1994.

(4) Marta Lamas respecto de “Sigmund Freud”. Debate feminista. “Cuerpo: diferencia sexual y género. Antología de Género. Año 5, Vol.:10, Sept. 1994.

(5) Claudia Rodríguez. “Conclusiones de Informes y Presentaciones de Proyectos de prevención del VIH/SIDA en Transgéneras que ejercen el comercio sexual y Transgéneras Emergentes”. Conasida – Seremi – Fondo Global. 1997 – 2004.