El martes, el Presidente electo de Chile presentó a los ministros/as de su futuro gobierno. Lo hizo en el Museo Histórico Nacional.
Llama la atención que en la presentación de los futuros ministros/as parte del currículum haya sido ser casado/a y el número de hijos, como si eso fuera importante para el desempeño del cargo que ocuparán en la administración del país, me recordó la licenciatura de mi hermano en un colegio religioso hace unos años, cuando al presentar a los/as egresados/as, a las chicas se les agregaba como atributo importante el ser “femeninas”. Sutilezas que construyen realidades rígidas y conservadoras, formas de insultar a quienes no cumplen con esas características.
Estos detalles nos dicen cómo será el futuro gobierno, en el que un hombre que pertenece al Opus Dei será ministro de Educación, el mismo que durante su permanencia en la Alcaldía de Santiago se relacionó con la diversidad sexual desde el paternalismo, con la lógica de “dar” a los/as otros/as.
¿Será que pensamos realmente que Chile es un país que necesita que algunos/as sean beneficiarios/as y otros unos buenos patrones que nos dan permanentemente cosas?
Desde la óptica de que todos/as somos chilenos/as, pero algunos/as tienen todos los derechos y otros deben conformarse con beneficios y arreglos legales porque no son normales, de acuerdo con su orientación sexual, identidad de género o construcción de familia hegemónica. Todavía se piensa que Chile es un país blanco, que la mayoría pertenece a la clase media, que la familia tradicional es la predominante y que la diversidad sexual es cosa de algunos/as.
Me comentaban que una mujer fue recientemente elegida presidenta de la red Vivo Positivo, emblemática organización que agrupa a las personas que viven con VIH/sida, cuando la mayoría de las personas viviendo con VIH en Chile son hombres; ése es el ejercicio que sutilmente se pretende imponer, la idea de las mayorías. ¿Por qué debemos repetir la forma totalitaria de representaciones basados en la idea de que la democracia es el gobierno de la mayoría?
Sí, la mayoría votó por un gobierno de derecha, pero no significa que el resto debamos sumarnos, debemos construir disidencia. El respeto por las llamadas minorías consiste en el diálogo y la consideración de las diferencias. Habitualmente, las diferencias generan temor y luego acciones tendientes a la normalización, algunas sutiles y otras más evidentes y violentas.
Democracia también es conflicto, pero no esa palabra utilizada para describir la situación que vive el pueblo mapuche y que además se asocia a terrorismo, sino conflicto como conciencia de una diferencia a la que no pertenecemos y que tiene el mismo derecho que las mayorías, conciencia de que no llegaremos a acuerdo en muchas cosas, pero que si la mayoría defiende una postura, las minorías también pueden expresar el desacuerdo y exigir ser representados/as en la vida cívica a la, que sin duda, pertenecemos.
Dentro de la diversidad sexual también hay diferencias, ¿cómo no?, el desafío es constituir voz desde las múltiples identidades que conformamos y con los cruces de clase, de raza, de género y otros, que hacen de la diversidad la riqueza de una sociedad.
* Por Angelicx Valderrama, presidenta de MUMS / La Nación