Hace unos días una amiga francesa me regaló un freelax, un adminículo plástico que utilizan las mujeres para orinar de pie y sin necesidad de bajarse los calzones. Desde hace años ya se conocía el cono mágico, un objeto parecido, pero desechable. En su tiempo causaron revuelo en algunos países, pero algo ha prosperado su incorporación, proporcionando una mayor higiene a las mujeres.
Un amigo me preguntaba por qué usarlo, si acaso ésa no era una forma de querer parecerse a los hombres. Claro, si yo pensara que los hombres tienen características que les son únicas, naturales y esenciales; y que las mujeres poseen las propias, igual de particulares e inamovibles, seguramente eso sería cierto. Pero más allá de creer que orinar de pie es una tecnología impuesta a los cuerpos masculinos, pienso en las otras múltiples formas de naturalizar atributos en mujeres y hombres, en lo injusto y equívoco que significa creer que las mujeres deben ser comprensivas, amantes de la familia, del hogar, las encargadas de la crianza. Que deban asumir roles de género como si fuese un destino imposible de cambiar.
El próximo 8 de marzo se conmemora, como cada año, el Día Internacional de las Mujeres, ya se promocionan espectáculos, se publicitan ofertas en las tiendas comerciales; todo ya está preparado para festejar por un día a la mujer, porque ni siquiera se gasta en unas letras más para que sea el día de las mujeres, para enunciar la multiplicidad de formas de ser mujer. La Mujer como categoría única es justamente aquella que no encontraremos en ninguna parte, porque no existe.
Las mujeres en Chile son un poco más de la mitad de la población, pero no son las que detentan el poder, se constituyen en una mayoría sólo numérica, la jerarquía de algunas iglesias está constituida por unos pocos, casi exclusivamente hombres, pero se puede decir que concentran mucho poder. La clase política es una minoría, los pobres son una mayoría. Como vemos, no siempre ser mayoría significa mover los destinos de una nación, pero tampoco ser minoría implica estar en desventaja o ser parte de los/as discriminados/as o excluidos/as.
Es por esto que nos sumaremos a la marcha del 8 de marzo, para visibilizar las múltiples maneras de ser mujer, aquellas que han nacido en cuerpos femeninos, aquellas que han nacido en cuerpo de hombre, aquellas viejas o gordas que son objeto de chistes misóginos en festivales musicales, aquellas que van de la mano de sus novias esquivando miradas de desaprobación, aquellas que se han quedado solas cuidando de sus hijos, sacando adelante hogares que no son la familia tradicional, pero que en nuestro país ya son una mayoría.
Nos sumaremos para decir que aquí estamos, que somos movimiento, desde la diversidad sexual: lesbianas, bisexuales, travestis, transexuales, transgéneros, intersex, gays, aquellos que estamos fuera de la heteronorma nos sumamos al 8 de marzo: Ese días tod@s seremos mujeres, y ninguna mujer.
* Por Angelicx Valderrama, presidenta de MUMS / La Nación