En la televisión ya podemos ver la nueva campaña del Sernam, y aunque uno comparte el fin de esta campaña, que es disminuir la violencia contra la mujer, no puedo, sin embargo, decir lo mismo de la manera en que está presentada.
El eslogan es “Maricón es el que maltrata a una mujer”. En esta frase se hace una mezcla de temas de distinta índole, al clasificar de maricón a los criminales que atentan contra la integridad física y sicológica de las mujeres.
La campaña implícitamente trata de “afectar el orgullo viril del macho”, de tal manera que signifique una ofensa para cualquier macho golpeador ser visto como “poco hombre”, tal como ha señalado la ministra. De esta forma, se mantiene el estigma de la palabra “maricón” que se identifica con la orientación homosexual.
Resulta difícil comprender que una campaña que apela a la no-violencia se fundamente en una palabra con la cual se ha violentado a un número importante de chilenos. Lamento que esta campaña se da en un contexto en el cual no se han desarrollado medidas de promoción contra la discriminación por orientación sexual.
Por lo tanto, cae en una obvia confusión de temas, a pesar del intento que algunos hacen de resignificar el término.
El supuesto “gesto amable” hacia homosexuales esconde detrás una intentona normalizadora e integradora, ocultando el prejuicio y la discriminación que sufren muchos y muchas chilenas y chilenos.
Si esta campaña se diera en un contexto de país en que existieran políticas públicas o campañas que dignificaran los derechos de las personas no-heterosexuales, sería distinto. Pero bajo las actuales condiciones, no parece resultar. Es necesario recordar que Chile no posee una ley que proteja a gays, lesbianas, bisexuales y personas trans de la discriminación.
La ley impulsada por diversas organizaciones sociales que condena las prácticas discrimininatorias duerme en el Parlamento y sólo ha sido promesa de tres presidentes en campaña. A ello sumamos que Chile está demandado por discriminación por orientación sexual ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por no cumplir las recomendaciones de reparación en el caso de la jueza Karen Atala.
Espero que la molestia que han generado los spots, manifestada en numerosos foros en internet, sirva como impulso al Ejecutivo para apurar diversas leyes que condenen la violencia y la discriminación.
Pedimos al Ejecutivo que ponga suma urgencia al proyecto de ley que condena la discriminación, dejando los discursos y buenas intenciones, y concretando un anhelo de la gran mayoría de las organizaciones sociales y de chilenos y chilenas. Finalmente, invito a usar bien el lenguaje.
Quienes golpean a las mujeres deben ser llamados como corresponde: “Delincuentes, criminales, abusadores”.
Aprendamos de las campañas tan bien hechas por los grupos de mujeres de la sociedad civil, los agresores son delincuentes y por ello deben ser denunciados y juzgados.
Darles otro nombre sólo confunde y no enfoca lo central, que es acabar con la violencia hacia nuestras abuelas, madres, tías, hermanas e hijas.
* Por Gonzalo Cid, Coordinador Político Movimiento por la Diversidad Sexual (MUMS) / La Nación