Invitación por parte del fotógrafo
El reconocimiento de la orientación sexual y de la identidad de género, como también la aceptación y el respeto a la diversidad sexual, ha demandado históricamente instancias de discusión activa. Afortunadamente, y gracias a la participación de distintas organizaciones, se ha instalado un escenario de discusión progresivo. La formulación de debates y difusión de conceptos relacionados a las temáticas de sexo y de género han provocado una paulatina inserción de dichos planteamientos en las corrientes políticas, comunicacionales y legislativas.
La identidad personal – como también la identidad nacional y general – corresponde a una construcción. Es una narrativa propia y dependiente de la experiencia de cada persona.
La diversidad de orientación sexual y de identidad de género no es un problema. Son realidades naturales. Todos somos libres de optar y practicar. Antes de ser heterosexual, gay, bisexual, lesbiana o una persona trans, somos personas libres, con derechos civiles y humanos.
El retrato fotográfico, en relación a estos planteamientos, nos somete a una experiencia perceptiva. Su propósito fundamental es entregarnos información física de quien yace representado. A partir de los distintos valores denotativos, el espectador se enfrenta a un contexto corpóreo parlante: el cuerpo nos informa, nos sitúa en una trama específica. La imagen que pretendemos comunicar al mundo no siempre es perceptible por el lente de la cámara. Somos azotados por una fascinante neutralidad que esconde muchas de nuestras facultades.
Las fotografías que aquí se instalan nos presentan cinco realidades, cinco distinciones y cinco igualdades. Personas unidas por sus derechos y deberes, e incluso más aún, por sus diferencias.
Claudio Moya Fernández