Este miércoles 6 de julio, el Movimiento por la Diversidad Sexual, MUMS, fue invitado a hablar ante la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia del Senado, encabezada por la Senadora Soledad Alvear, a raiz de los proyectos alternativos al matrimonio que buscan regular parejas.
En esta sesión, además de MUMS expusieron Amnistía Internacional, La Clínica de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales, Acción Familia e IdeaPaís.
Abajo el discurso de Gonzalo Cid, coordinador político de MUMS, en dicha ocasión:
Honorables Senadoras y Senadores:
Les hablo en nombre del Movimiento por la Diversidad Sexual, MUMS, organización que lleva más de 20 años luchando por los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y personas trans.
Agradecemos sinceramente el espacio que se nos ofrece y la posibilidad de poder exponer nuestros planteamientos.
Cuando se discuten regulaciones de pareja y la posibilidad de extenderlas a todos y todas las chilenas y chilenos estamos hablando de respeto básico a los derechos humanos. Actualmente, en Chile existe un sector que no tiene los mismos derechos que el resto de la población. Es un porcentaje que representa el millón de personas para quienes no todas las leyes rigen de igual forma que para el resto de los ciudadanos y ciudadanas, este es el caso de la diversidad sexual.
Si bien la constitución consagra en su artículo primero que, “las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, “el Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible”.
Para nosotros y nosotras, esto no se respeta. Hoy, lesbianas, gays, bisexuales y personas trans pagamos impuestos, cumplimos nuestros deberes ciudadanos, pero no tenemos los mismos derechos. Hay leyes como la del Matrimonio que solo son para un sector de la población. Dicha institución discrimina en forma arbitraria, ya que no existe justificación alguna para que dos hombres o dos mujeres no puedan sostener este vínculo que se basa en la propia voluntad, en la libertad de sostener contratos, y en la decisión de establecer un proyecto de vida en común.
Ello se ha fundamentado en que la ley así lo consagra pues, supuestamente, es la unión entre un hombre y una mujer. Pero la verdad es que estas leyes fueron escritas hace ya mucho tiempo. No podemos endosarle a Andrés Bello esta responsabilidad, pues en la época histórica que él vivió, no existía la categoría “Homosexual”, “orientación sexual” o “identidad de género” como atributo del individuo.
Tenemos instituciones como el Instituto Nacional de Derechos Humanos y organismos como la ONU y la OEA que consagran y señalan claramente que los Derechos Humanos son dinámicos, es decir, no son una lista cerrada, sino se van enriqueciendo de acuerdo a las necesidades de las personas. Es así que las sociedades deben ir poniéndose al día con los derechos básicos de sus ciudadanos y ciudadanas. Además, Chile ha suscrito resoluciones y tratados en materia de defensa de los derechos humanos que abarcan el tema de diversidad sexual.
Estamos hablando de construir una sociedad y un país en el que todas y todos estamos incluidos, en el cual las leyes sean iguales para todos y todas. Ello es sumamente importante, pues implica construir un país realmente democrático, donde la vida, el respeto, la no-violencia y la dignidad de los seres humanos sean los principios rectores de nuestra sociedad. Estos son temas en los cuales hoy Chile está seriamente cuestionado al no cumplir los estándares mínimos de un país que se declara democrático.
La humanidad ha vivido largos periodos en que los discursos de odio, los fundamentalismos religiosos y los totalitarismos políticos, han sido los que han dominado, y sus resultados son conocidos: violencia, asesinatos, golpizas, destrucción y tortura. El prejuicio sexual no es la excepción. Se asienta en valoraciones negativas socialmente compartidas acerca de aquellos cuya conducta difiere de la norma heterosexual. La discriminación basada en ese prejuicio tiene múltiples manifestaciones e intensidades. Va desde el no reconocimiento, pasando por la burla, hasta la agresión física y el asesinato.
Según estudios efectuados por el Centro Latinoamericano de Sexualidad y Derechos Humanos, existe en la ciudad de Santiago un alto porcentaje de agresiones (84,4%) y de situaciones de discriminación (80,3%) vividas por la población LGBT. A modo de ejemplo, un 33,3% de las personas LGBT han sido discriminadas en su lugar de estudios. Los resultados indican también que 8 de cada 10 personas LGBT han sufrido algún hecho de violencia en su vida simplemente debido a su orientación sexual o identidad de género. Adicionalmente, una proporción importante de la población trans reporta haber vivido hechos de violencia sexual (42,1%). No queremos eso para Chile.
Nos encontramos en un momento histórico para erradicar el discurso de odio que promueve la existencia de ciudadanías de primera y de segunda categoría, Hoy, MUMS busca aportar en la construcción de un país en que reconozcamos que no somos iguales como individuos, pero sí debemos serlo en derechos. La diversidad es una riqueza.
La historia nos muestra las atrocidades que han ocurrido por seguir los fundamentalismos religiosos. Basta señalar que, si yo viviera en algún país musulmán, me podrían aplicar la pena de muerte. O como la Iglesia católica aplicó la institución de la Inquisición para asesinar a muchos ciudadanos y ciudadanas en otra época. La historia también nos mostró como regímenes que proclamaban la supremacía de unos sobre otros y otras llevaran a desastres de la humanidad, como el holocausto, por ejemplo. Buscamos erradicar el odio, y es sobre ello que estamos discutiendo.
El Senado debe estar preparado para generar legislaciones que no promuevan divisiones, que no fomenten ciudadanas y ciudadanos de primera y segunda clase, pues eso es la base para justificar y permitir más odio y violencia. No podemos olvidar que cuando la sociedad legisla con discriminación, estas conductas dan pie para que desquiciados se sientan autorizados para ofender, insultar, agredir y matar a otros y otras. Si, honorables Senadores y Senadoras, es de ello que hablamos.
Acá en Valparaíso, hace algunas semanas, una chica trans fue brutalmente agredida con un bate de beisbol. A Sandy le destrozaron el cráneo, y hoy ella se debate entre la vida y la muerte en el hospital. Asimismo Javiera, una niña lesbiana de 17 años, fue golpeada el año pasado desencajándole la mandíbula a puras patadas. Varios jóvenes se han suicidado por el bullying escolar y las ofensas que reciben solo por amar diferente o sentirse diferente. A muchos gays les despiden de su trabajo, a lesbianas les quitan la tuición de sus hijos e hijas, a las personas trans les golpean e insultan. Es de ello que hablamos senadores.
Los discursos de odio se legitiman socialmente en la medida que la legislación haga diferencias entre unos y otros señalando que no son iguales en derechos, cuando la realidad muestra que la única diferencia es su objeto de deseo o su sentir identitario.
Por ello señalamos que creemos importante que las leyes que existen en Chile sean iguales para todos y todas. Por ello, propugnamos el Matrimonio igualitario. Queremos que en Chile las leyes sean para todos y todas.
A su vez, reconocemos que esta es una institución de la cual muchas personas no quieren hacer parte. Esta no es una problemática de la diversidad sexual, es una situación mundial, nacida de la realidad tanto de muchas parejas heterosexuales, como de parejas diversas. En ese sentido, se hace urgente la necesidad de generar instituciones como la regulación civil para todas las parejas. Para ello, creemos que deben ser considerados al menos tres elementos:
• Ser un contrato que se establece ante al registro civil, en el cual el Estado reconoce estas parejas en cuanto a su capacidad de amarse y unidas por reciproco vínculo afectivo.
• Garantizar que esta institución le dará derechos a recibir todos los beneficios legales de protección social, patrimonial y herencia que existen en las leyes vigentes para los y las cónyuges hoy.
• Que sea una institución inclusiva para todas las formas de amar entre las personas, permitidas por ley.
Finalmente, no podemos perder esta oportunidad para señalar la gran preocupación que hay en las organizaciones sociales por la deficiente ley antidiscriminación que ha pasado a sala. Les hacemos ver la importancia que, para acabar con la muerte y golpizas a las personas trans, se reconozca la categoría de “identidad de género” en la ley que se discute y que, además, se contemple acciones afirmativas que promuevan la paz y la no discriminación. Estos son elementos esenciales para una legislación que espera hacer frente a la discriminación en un país. Sin avanzar en estas materias, es totalmente contradictorio que se discuta el reconocimiento de parejas. Sin que existan las garantías mínimas de respeto de los derechos humanos fundamentales, se evade la responsabilidad del Estado.
Por ello hoy estamos acá, porque buscamos luchar por la vida, por la paz, por el respeto, contra la violencia y los discursos de odio, porque creemos en la posibilidad de construir otro Chile: un Chile sin discriminación.
Valparaíso, 6 de julio de 2011.