Hacvihe unas semanas, el 19 de mayo se conmemoró en todo el mundo la Vigilia para recordar a las personas que han fallecido por el SIDA en todo el orbe. Esta vigilia se celebra desde 1983 cuando estábamos lejos de tener medicamentos, herramientas de diagnóstico y prevención como las que hoy poseemos.
A pesar de que ha pasado el tiempo y hoy contamos con un conjunto de herramientas y conocimientos sobre la epidemia de VIH/SIDA, del virus y sus impactos negativos, en Chile no hemos tomado las medidas necesarias para revertir la situación, al contrario la inacción y las políticas erradas han llevado la situación al estado de desastre si entendemos como tal un número significativo de muertes por año, un contundente número de nuevos casos y un gasto de miles de millones que no para de crecer.
La mortalidad
En términos de mortalidad estamos en un plano de importante fracaso, en Chile han muerto hasta el 2011 (último año reportado) 7.370 personas, de ellas 1.028 eran mujeres y 6.814 hombres, lo cual implica un 87% de las muertes concentradas entre los varones.
Al revisar el quehacer del MINSAL en la materia nos encontramos con el Plan Estratégico Nacional de Respuesta Multisectorial al VIH/SIDA y las ITS Chile 2012-2016 encontramos compromisos trazados en esta materia que están lejos de ser alcanzados. El Plan señala en su Objetivo estratégico 1: Reducir la carga sanitaria de las enfermedades transmisibles y contribuir a disminuir su impacto social y económico, estableciendo como Meta de Impacto: Mantener la tasa de mortalidad proyectada por VIH/SIDA. Proyectando la Mortalidad desde el 2010 con 2,0 por cien mil habitantes, a 1,6 el 2015 y 1,2 el 2020.
Sin embargo la realidad nos dice que la situación está lejos de esta meta, el propio MINSAL en su reporte de la Epidemia a diciembre del 2013 señala que la epidemia continua en aumento, teniendo para el 2011 una tasa de 2,7 por cien mil habitantes, esto en números absolutos es de 472 personas fallecidas el 2011. Información reciente sobre la Región Metropolitana de Santiago nos muestra una mortalidad de 3,0 en el 2012 poniendo en la capital el motor de la epidemia.
Estamos llegando tarde
La imposibilidad de controlar la mortalidad como se había propuesto se relaciona con dos elementos importantes, el primero de ellos tiene base en la tardanza en diagnosticar los casos, en Chile Entre 1988 y 2012, el 56% se notificó en etapa VIH mientras que el 44% fue notificado en etapa SIDA, es decir, tardíamente cuando el virus ya ha logrado deteriorar de forma importante el sistema inmune de la persona. Cabe mencionar que para llegar a la etapa avanzada, en condición de SIDA ser necesita vivir con el VIH a lo menos durante cinco años o más, lo que indica que no existe un monitoreo riguroso de la situación.
Cabe mencionar que el VIH es una patología incluida en el AUGE, de tratamiento gratuito para los usuarios de FONASA y que el examen en el servicio público de salud es gratuito y el privado tiene un precio muy accesible, a pesar de ello los problemas en el diagnóstico persisten, lo cual se puede explicar por las deficiencias estructurales del examen para la población homobisexual que es la más afectada, así como también por la homofobia estructural de nuestra sociedad y el estigma que existe hacia las personas que viven con VIH. Hoy existe un problema de enfoque de género, tenemos una salud primaria enfocada en los niños, las mujeres y los adultos mayores, lo cual es entendible, pero nuestra salud sexual esta feminizada, centrada en el control y monitoreo de la maternidad, espacio en el cual los hombres gays y otros hombres que tiene sexo con hombres no llegan.
Otro elemento importante acá son las dificultades de adherencia que las personas tiene con el tratamiento, esto quiere decir que los centros de atención a personas que viven con el virus tiene problemas para retener en forma sistemática a quienes ya adquirieron el VIH. En este tema la falta de especialistas y el número creciente de nuevos pacientes en los centros ha generado una situación crítica con la consecuente baja en los niveles en la calidad de la atención y el monitoreo adecuado de los tratamientos. El crecimiento actual de la epidemia que esta en 2.500 personas por año sigue avanzando y con esto ha colapsado el sistema de atención a las personas que viven con el VIH, además de estar generando un elevado gasto en salud por ser una enfermedad con características de crónica de alto costo, asumida por el Estado a través del Plan AUGE.
Crece la epidemia, crece el gasto
La epidemia de VIH tiene enormes consecuencias para el país, más de cuatrocientos muertes por año, cerca de 2.500 personas que adquieren el VIH por el año, en su mayoría varones jóvenes en plena edad productiva, a lo cual se suma un enorme gasto en las prestaciones de salud que se originan producto de ello. Como se ha mencionado el VIH está dentro del Plan AUGE lo que implica el aseguramiento económico de sus prestaciones, esto quiere decir que el crecimiento del gasto es automático.
Al dar una mirada tenemos que el gasto crece de forma impresionante. Según datos del estudio de Medición del Gasto en Salud (MEGA) para el 2010 se gastaba 80.226.176 millones, dos años más tarde el gasto ascendía a 91.928.160 en el 2012. No es necesario hacer un análisis profundo para observar que el gasto creciente en materia de VIH/SIDA puede transformarse en un problema serio para un sistema de salud que arrastra grandes deudas en los hospitales y un aumento del descontento social frente a la atención en salud.
En resumen, hoy se hace necesario rearticular la respuesta nacional frente a la epidemia de VIH/SIDA, la cual debe incluir un trabajo real entre el estado, la sociedad civil que trabaja en el tema e incorporar de gran forma a los distintos ministerios sectoriales que tiene responsabilidad en esto. Se requiere hacer una cirugía mayor a los temas de detección y prevención, así como se requiere de un rol mucho más real de los responsables, esto es los SEREMIS de la cartera y los directores de los distintos servicios de salud del país.
Fernando Muñoz Figueroa
Sociólogo y activista de la Diversidad Sexual