Como Movimiento por la Diversidad Sexual recibimos muchos llamados para reuniones y eventos. Algunos podemos priorizarlos, otros decidimos dejarlos a un lado y en contadas ocasiones, hay convocatorias que derechamente rechazamos. Este año, más que en ningún otro, se alzaron banderas y se iluminaron edificios en honor a la comunidad LGTB+ que celebra el Día Internacional Contra la Homofobia (y la transfobia, y la lesbofobia, y la bifobia y todas esas fobias que nos duelen). IDAHO, como se conoce en inglés, debe ser un día en donde la efeméride del aniversario de la despatologización de la homosexualidad ha de servir de excusa para exigir el reconocimiento y cumplimiento de los derechos de la diversidad.

El derecho a existir, a ser sin temor a ser agredidos, discriminados, humillados; derecho a manifestarnos por nuestros derechos (todos ellos, no sólo los que encantan por ser higiénicos); derecho a la salud, a no morir por la pandemia de VIH, a no ser abandonados por el sistema de salud; a formar una familia; a la estabilidad laboral; al reconocimiento de nuestra identidad. Tantos derechos que hoy no tenemos, que debemos conquistar.

Por esto es que este año como vocero de la organización decidí restarme de asistir a los saludos a la bandera. Hoy, en 2016, siglo XXI, saludar a la diversidad sexual levantando una bandera multicolor, iluminando edificios y haciendo discursos elocuentes con palabras de buena crianza para “celebrar la diversidad” no me hace sentir convocado. A las trans las están matando en la calle, carabineros nos pega cuando marchamos y nos pega si nos ven de noche travestidos. A los estudiantes LGTB+ se les anula en las aulas, como si no existieran, y el Ministerio de Educación no da señales de querer avanzar en el reconocimiento de la diversidad sexual. Las políticas para combatir el VIH siguen siendo insuficientes, y el sistema de salud no da abasto para tanta demanda. Para qué vamos a hablar del retraso de la Ley de Identidad de Género, o el largo camino que tendremos que recorrer para el Matrimonio Igualitario.

No, este año no estoy disponible para ningún saludo a la bandera. La Moneda se ve linda iluminada, pero su brillo se pierde cuando uno cruza calle Santa Isabel hacia el sur, y se enfrenta a ese Chile que no vive la renovación urbana, que vive la desigualdad, el abandono y la exclusión. El brillo de La Moneda no se ve desde Chiloé, tampoco lo ven los LGTB+ que viven en provincia y no tienen alcaldes progresistas que hagan discursos elocuentes. No seremos carne para que los partidos de la derecha amable y la concertación se peleen buscando abanderarse por la mariconería higienizada.

Este 2016 exigimos derechos, no saludos.

Camilo Ariel García, Director y Vocero- See more at: https://web.archive.org/web/20160613132659/http://mums.cl:80/2016/05/18/un-saludo-a-la-bandera/#sthash.wWPBkbQm.dpuf