Durante este mes se conmemoran  50 años del inicio de la guerra de los 6 días, cumple medio siglo desde que Israel lanzó una serie de concisos ataques contra Egipto, Jordania y Siria, que desencadenaron la Guerra de los Seis Días y la ocupación de Jerusalén Este, Cisjordania, Gaza, los Altos del Golán y el Sinaí egipcio, un escenario que ha marcado hasta el día de hoy a la región.

ElEstado de Israel se originó con el plan de partición de la ONU de 1947, que le concedía el 55 por ciento del territorio  Palestino histórico, una propuesta que rechazaron sus vecinos árabes, quienes le declararon la guerra tras su surgimiento en 1948.

El Movimiento por La Diversidad sexual MUMS no puede quedar indiferente ante tal masacre y vulneraciones de Derechos. Es imperante denunciar que actualmente el “Estado” de Israel dentro de una campaña Internacional de lavado de imagen ha ocupado a la comunidad LGBTI para demostrar al mundo de que es un “país” tolerante y abierto, pero sabemos que no es verdad, es solo una falsa imagen que vendernos en sí. En la actualidad el estado de Israel tiene detenido a miles de jóvenes y niños en sus cárceles sólo por exigir el derecho a existir y a ocupar la tierra que le corresponde y que fue usurpada con la complicidad de las Naciones Unidas.

Los individuos (LGBT) son seres humanos, cuyos derechos fundamentales se ven violados Una prueba es la venta de software espía a Uganda, que presuntamente podrá ser empleado para identificar homosexuales, castigados con cadena perpetua en ese país. Si Israel estuviera genuinamente comprometido con los derechos de la comunidad LGBT, como pregona, nada de esto ocurriría; las bombas y las balas no usan un radar para evitar a las minorías sexuales.

La propaganda repite que Israel es el único país donde el colectivo LGBT tiene cabida de todo Oriente Próximo. No es de autoafirmación, sino basada en denostar al otro, al árabe. En innumerables ocasiones, viene acompañada de “son retrógrados” o “El islam -con mucha presencia en Palestina- es una religión intolerante”. La transferencia de culpa redunda en un mayor odio palestino a la causa LGBT por asociación. Podría pensarse que de aquí derivaría una política de brazos abiertos hacia solicitantes de asilo palestinos en Israel, pero nada más lejos de la realidad: cuando un palestino gay busca refugio en Israel de la homofobia imbricada en su sociedad, seguramente seguirá sufriendo discriminación.

La situación es tal que, descubierto por la inteligencia israelí, probablemente sea chantajeado como informante, según testimonios de homosexuales palestinos y militares israelíes. Si las autoridades israelíes le descubren, posiblemente sea reenviado a Cisjordania, la misma sociedad de la que huye; si tiene éxito, deberá llevar una vida de secretismo junto a los 2.000 homosexuales palestinos viven clandestinamente en Tel Aviv. ¿Es legal enviarlos de vuelta a Palestina? No, al menos según el Derecho internacional. ¿Es digna su vida en Israel? Muchas veces, tampoco. Las probabilidades de ser captado por redes de prostitución masculina son elevadas y los clientes frecuentemente se recrean en sus fantasías demandando practicar dinámicas sexuales de dominación en las que uno es el palestino oprimido y otro, el judío sionista opresor, o viceversa.

Israel es parte de la Convención de la ONU sobe el Estatuto de los Refugiados (1951) y sucesivos textos de ampliación. En ellos se establece que quienes huyen de la violencia homofóbica y no son protegidos por su Estado son, por definición, refugiados. Los Estados tienen prohibido pronunciar reservas sobre qué colectivos entran dentro de la definición; dicho de otro modo, Israel no tiene permitido interpretar el concepto de refugiado para denegar el asilo al colectivo LGBT. Esto es especialmente grave, pues viola el principio de no forzar a los solicitantes a volver a territorios en los que estarían en peligro.

La Convención obliga a Israel a aplicar el tratado sin distinciones de raza, religión o país de origen. Sin embargo, ningún palestino puede solicitar el estatus de refugiado en Israel debido a la cooperación entre el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Junta para el Reconocimiento de Estatus de Nacional Israelí.

En resumen, la ONU boicotea su propia convención ayudando a Israel a infringir el Derecho Internacional con discriminaciones. Una de las razones de que se implante la Convención de 1951 de manera selectiva es que el Gobierno aúna solicitantes de asilo con los que podrían, en un futuro hipotético, ser beneficiarios del derecho al retorno. Es incoherente, pues a los solicitantes de asilo y de derecho de retorno les son aplicables diferentes normas jurídicas: los primeros se acogen a la Convención de 1951 y acuden a Israel en calidad de nación extranjera, mientras que la base de las demandas de los segundos es la inviolabilidad de la propiedad privada y la Resolución 194 de la ONU.

¿Es verdaderamente Israel un lugar en que la homosexualidad y otras minorías sexuales se respetan? La respuesta a esta pregunta es un sí con asterisco. Ante la comparación regional, Israel se sitúa holgadamente en la primera posición como el país más avanzado en cuanto a derechos LGBT en Oriente Próximo. Heredó del mandato británico la ley responsable de que casi seis de cada diez estados que castigan la homosexualidad estuvieran bajo su dominio. Fue eliminada en 1988, y en 1992 se prohibió la discriminación por razones de orientación sexual.

En cuanto a los casamientos, aunque no se realizan entre parejas del mismo sexo, se registran los realizados en el extranjero sin reconocerlos: en la práctica, estas parejas solo disfrutan de una fracción de los beneficios legales que el matrimonio provee. El matrimonio igualitario no parece factible en el corto plazo: en Israel, incluso los matrimonios civiles -legales solo desde 2010- apenas pueden ser practicados entre dos personas no adscritas a ninguna religión -algo muy infrecuente- y se deben realizar según las reglas impuestas por las confesiones aprobadas.

En cuanto a la adopción por parte de las parejas, el proceso es complejo, pero factible: Tel Aviv reconoce a las parejas no casadas como unidades familiares y proporciona descuentos para servicios municipales como guarderías o instalaciones deportivas.

Finalmente, a la población LGBT se le permite servir abiertamente en las Fuerzas de Defensa de Israel -obligatorio durante dos años para judías y drusas y tres en el caso de los varones-, pero no donar sangre. Por eso en esta conmoración de tan trágica fecha, desde el Movimiento por La Diversidad Sexual MUMS, le damos un fuerte abrazo y beso de complicidad a los miles de Palestinos y Palestinas que están en Gaza y en la zona de Cisjordania. Ante estos hechos de violación de Derechos Humanos no nos quedamos callados.

Salvador Ojeda

Coordinador de D.D.H.H.

MUMS JUNIO 2017.